Ni un leve trazo
Editorial: Cuadernos del Laberinto
Los versos contenidos en Ni un leve trazo se han ido destilando a lo largo de casi una década a refugio de la prisa, de “la solicitación de las diarias horas” de las que hablara Vicente Aleixandre. En ellos el autor da fe de las tres heridas hernandianas con las que se viene al mundo (la de la vida, la del amor, la de la muerte), asumiéndolas, integrándolas en su experiencia, reflexionando sobre su naturaleza inexorable. Para hacerlo, David Pulido Suárez emplea la ductilidad del soneto, la contención de la décima, la expansión de la prosa y la flexibilidad versolibrista, moldes todos escogidos según lo requiere la expresión de cada idea, nunca fruto del azar o del capricho.
Quien lea los poemas que recorren estas páginas hallará textos escritos desde la honestidad y la humildad del que se reconoce pasajero y que, por lo tanto, únicamente puede limitarse a levantar acta cordial, franca, de aquello que impresiona su ánimo, pues “tal vez en la memoria/ de un labio quedará con leve acento/ el nombre que albergó su breve historia”.