La bendición de los mortales
Editorial: Ediciones La Palma
Sobre la poesía de Marisol Rozo, del prólogo de William Ospina..
Corriente, transparente, cambiante, suavemente musical, capaz de reflejarnos, huidiza y benéfica, esta poesía es como el agua. Hablan en ella las madres muy antiguas, que nos protegen desde su ausencia, los cántaros de barro del origen, esas risas femeninas que suenan en unos bosques o en unas habitaciones donde no parece haber nadie; hablan los dedos que recorren unos cuerpos desnudos, surcos fecundos que hace tiempo esperan, y ese poco, esencial, que nos hace felices.
…Recuerdo una sentencia que sobrecogía a Schopenhauer: “Ya estabas aquí antes de entrar, y cuando salgas no sabrás que te quedas”. También en estos versos de Marisol Rozo está esa sensación profunda de que no somos el mundo sino un efímero instrumento del mundo, no el río de la vida, sino una gota apenas: “Mil historias podrían llegar./ Están por parirse cientos de aventuras,/ de esta mano a la que algo conduce,/ de esta mano prestada,/ de esta mano sagrada”.
William Ospina